Cuántos de nosotros tuvimos la oportunidad de usar cassettes de música?, seguro muchos, los cassettes eran la forma más práctica y escuchar música y si tenía un walkman mucho mejor, era genial llevar nuestros cassettes a todos lados en una mochila o en el bolsillo, como sea, pero cargar con ellos, además algo imprescindible si ibas a pasar horas escuchando música en tu walkman con tus cassettes era un lápiz o una birome para rebobinar la cinta mientras escuchabas música.
En nuestros años '80, había dos formas de poseer música: discos o cassettes. Si uno quería estar a la vanguardia de la tecnología tenía que tener su música grabada en esos objetos rectangulares.
Recuerdo como le ponía cinta "Scotch" a los cassettes que ya no tenían nombre pues con el uso se les borraba el nombre del artista y solo contabas con la portada para saber de quién era el cassette.
Si en algún momento tenías muchos cassettes y había música actual de tu agrado, ¿que hacías?, Tomabas un cassette del artista que menos te gustaba y si!, grababas música nueva sobre lo grabado del cassette solo poniendo un pequeño bollito de papel en el orificio del seguro para que entrara en modo “rec”, no sin antes pasar mucho tiempo esperando la canción frente a tu radio, era épico.
Recuerdo como le ponía cinta "Scotch" a los cassettes que ya no tenían nombre pues con el uso se les borraba el nombre del artista y solo contabas con la portada para saber de quién era el cassette.
Si en algún momento tenías muchos cassettes y había música actual de tu agrado, ¿que hacías?, Tomabas un cassette del artista que menos te gustaba y si!, grababas música nueva sobre lo grabado del cassette solo poniendo un pequeño bollito de papel en el orificio del seguro para que entrara en modo “rec”, no sin antes pasar mucho tiempo esperando la canción frente a tu radio, era épico.
Bueno seguro también recuerdas que compraste muchas veces cassettes “vírgenes”, no te alcanzaba el tiempo en el cassette, había mucha música, grabar, grabar, grabar!.
Nosotros, “la generación del walkman” que usábamos cassette (en la segunda mitad de la década), teníamos dos opciones: comprar los originales o adquirir los vírgenes para grabarlos. Esto último, al igual que hoy, era ilegal pero, al igual que hoy, lo hacíamos.
Nosotros, “la generación del walkman” que usábamos cassette (en la segunda mitad de la década), teníamos dos opciones: comprar los originales o adquirir los vírgenes para grabarlos. Esto último, al igual que hoy, era ilegal pero, al igual que hoy, lo hacíamos.
Los cassette vírgenes había de diversos precios y calidades. Unos medio truchos que a la corta o a la larga te traían problemas, y los de calidad (Basf, Sony o los más usados: los TDK). Si decidíamos comprar los de calidad, teníamos más cosas que decidir, por ejemplo su duración. Había de 45 minutos (justo para grabar un cassette original completo), de 60 minutos (los más populares) de 90 y 120 minutos (entraba un cassettre original de cada lado pero a algunos grabadores les costaba tirarlos, y si el walkman andaba flojo de pilas, ni lo movía)
Y si ya habíamos decidido de qué duración compraríamos, quedaba un último elemento a decidir: común o de metal (más caros estos últimos).
Con el susodicho cassette en nuestro poder, hasta que aparecieron los grabadores doble casetera, sólo podíamos grabar canciones de la radio, donde solían quedar las voces de los locutores al principio o al final de la canción (¡nunca se callaban!), y los enganches entre tema y tema eran cosas deplorables (cortes abruptos).
Con el susodicho cassette en nuestro poder, hasta que aparecieron los grabadores doble casetera, sólo podíamos grabar canciones de la radio, donde solían quedar las voces de los locutores al principio o al final de la canción (¡nunca se callaban!), y los enganches entre tema y tema eran cosas deplorables (cortes abruptos).
Otra forma de grabar un cassette de otro era hacerlo andar en un grabador y poner el micrófono de otro grabador pegado al parlante. El resultado era desastroso pero no había alternativa para tener un cassette original de un amigo.
Todo cambió cuando aparecieron los grabadores doble casetera. Nos reuníamos en la casa del amigo que se lo había podido comprar y cada uno de nosotros llevaba sus cassettes y nos pasabamos horas grabando y grabando hasta que todos teníamos en nuestro poder todas las canciones de los otros.
Todo cambió cuando aparecieron los grabadores doble casetera. Nos reuníamos en la casa del amigo que se lo había podido comprar y cada uno de nosotros llevaba sus cassettes y nos pasabamos horas grabando y grabando hasta que todos teníamos en nuestro poder todas las canciones de los otros.
También ocurría que el manipuleo excesivo del elemento lo deteriorara.
Si se le cortaba la cinta, había que abrirlo con un cuchillo con punta sacando cada tornillito, reacomodar la cinta y pegar los extremos divididos con cinta "Scotch", eso sí había que pegarlas por debajo, pero como al cortarse, una pequeña parte se había estirado, debíamos eliminarla, así que cuando se llegaba a esa unión, la canción pegaba un salto hasta que se normalizaba la reproducción.
Si se le cortaba la cinta, había que abrirlo con un cuchillo con punta sacando cada tornillito, reacomodar la cinta y pegar los extremos divididos con cinta "Scotch", eso sí había que pegarlas por debajo, pero como al cortarse, una pequeña parte se había estirado, debíamos eliminarla, así que cuando se llegaba a esa unión, la canción pegaba un salto hasta que se normalizaba la reproducción.
Otro inconveniente era que se depegara esa pequeñísima goma espuma de la parte superior donde asentaba la cinta al ser reproducida. En ese caso, le colocábamos un pedacito de algodón... y que siga la música!
No hay comentarios:
Publicar un comentario